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jueves, marzo 28

Los negros y la política en España

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Rita Bosaho, la primera representante afroespañola en el Parlamento

Reflexiones sobre la política desde la afroespañolidad

El 7D, el día del debate a cuatro bandas entre Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Soraya Sáenz de Santamaría y Albert Rivera, llegaba como un día cualquiera.

Llegaba como un día cualquiera para una friki de la política como yo, que se queda despierta hasta las 5 sólo para escuchar los comunicados de Obama, que apunta las fechas de los debates en la agenda para prepararse de antemano, que tiene un bloc de notas en el que toma apuntes sobre filosofía política, que fangirlea sobre Joe Biden y se sabe la biografía de Kennedy como el padrenuestro.

Para mí llegó como un día cualquiera.

Y yo me imagino que el español medio se sentará en el sofá y le gustará, al menos, ver cómo los políticos intentan ganarse su voto haciéndole promesas en campaña electoral. Yo sé que a mí me gustaría.

A mí me gustaría que no me ignorasen. Que no me excluyesen de todos los debates. Que no actuasen con desdén, como si dijeran “Ahí tienes a la izquierda y si no quieres, no votes”. A veces me gustaría sentir que, como ciudadana española mayor de 18 años, tengo algo que decir en lo que al estado del país se refiere. Aunque solo sea a través de una papeleta cada cuatro años.

Pero no es así.

Y este año no es diferente.

Y me jode, porque supuestamente este año era “el año del cambio”.

Y me doy cuenta de que la política en este país nunca estuvo hecha para mí, no estoy representada.

Cuando los candidatos claman «los españoles», yo me imagino que los españoles blancos de todas las clases se sienten identificados, o al menos apelados. Y yo no.

Imagino que sienten que los políticos verdaderamente buscan su voto.

Sin embargo, yo, como afrodescendiente de clase trabajadora me veo aislada de la esfera política. Rara vez se me menciona y me siento más identificada cuando hablan de inmigrantes que de españoles, a pesar de haber nacido y vivido aquí toda mi vida.

A pesar de que mis padres pagan sus impuestos aquí, como todo el mundo.

A pesar de que mis padres lleven más de treinta años prestando sus servicios a este país.

A pesar de haber comido, bebido, estudiado y respirado España como cualquier otra.

A pesar de todo eso, la percepción sigue siendo la siguiente: los negros en este país son casi todos inmigrantes, ergo, solo un pequeño porcentaje de ellos votará. Tan pequeño que ni nos molestaremos en crear políticas atractivas para ellos. Que se adapten como puedan.

En realidad, cada año hay más afrodescendientes nacidos en España — mestizos o no — que cumplen la mayoría de edad y se encuentran atrapados en la misma incógnita.

Lo que ni los políticos, ni la gente de a pie entiende, es que esto crea apatía hacia la política y como consecuencia, abstención en el voto. Tal vez lo único que necesitaba un partido a la hora de formar gobierno era un par de escaños más, pero si lo único que ha hecho ha sido tachar de un plumazo a sus posibles votantes por no considerarles lo suficientemente importantes, que no lloren luego.

Escribo esto, especialmente irritada por el hecho de que ninguno de los candidatos principales haya hecho mención a problemas raciales en general y sobre los negros en particular (aunque esto último, sea demasiado pedir en la España de 2015).

Me gusta que ciertos partidos se tomen la crisis de los CIEs en serio y se propongan cerrarlos. Me gusta también que intenten garantizar más servicios y protección al colectivo inmigrante en España.

No me gusta tanto que se nos identifique a todos los no blancos automáticamente como inmigrantes y que, por ello, se vuelquen las— ya insuficientes — propuestas contra la xenofobia y el racismo en el colectivo inmigrante; Que por otro lado está genial, pero me niego a que se quede ahí.

No me voy a contentar con la facilitación de trámites burocráticos para acceder a determinados servicios, quiero algo más. Quiero dejar de sentirme extranjera en mi propio país.

Según algunos, esto se resuelve votando a la izquierda. ¿Su argumentación?: La izquierda tiene que echar a la minoría liberal-conservadora que nos ha inculcado males tales como el racismo y la homofobia y así, por arte de magia, se acabarán todas las discriminaciones. En resumidas cuentas, todo lo que es de izquierdas es progresista y tolerante mientras que la derecha es conservadora y reaccionaria. Y eso no mola.

Así que, tras una pequeña investigación, resumiré muy brevemente lo que la venerada izquierda española tiene que ofrecernos a nosotros, los colectivos minoritarios en España.

Podemos

En primer lugar, Podemos clama que aspira a una vivienda digna para todos, pero no explica cómo, por ejemplo, puede asegurarse de que no se discrimina por raza en el proceso de selección de inquilinos. Díganme ustedes, redactores del programa electoral, cómo aspiran a que todos tengamos una vivienda digna cuando no podemos acceder a ella incluso con todas las facilidades institucionales que proponen. Exacto.

Otra propuesta es que se incluya la educación ambiental en el desarrollo curricular de los centros y, mientras la vegana en mí se regocija, mi afrodescendencia se pregunta si no sería igual de necesario tener asignaturas como mediación intercultural tal y como hacen en otros países.

Pero tranquis que, mientras, seguiremos sufriendo cosas como esta en las aulas con impunidad para los perpetradores, eh.

Cuando Podemos exige la igualdad de mujeres y hombres en las instituciones de la Administración General del Estado yo solo visualizo instituciones repletas de mujeres y hombres españoles, blancos y normativos. Y sí, creo que las instituciones estatales están desesperadamente necesitadas de una buena dosis de acción afirmativa, tanto de género como de raza, religión, sexualidad y funcionalidad. Si lo pudo hacer Adolfo Suárez en los 70, no veo por qué nosotros no podemos hacerlo en 2015.

Y por último no, no me vale que hagáis un lavado de cara con una (¡UNA!) candidata negra a las listas porque eso no significa nada.

Unidad Popular

Ahora bien, si nos centramos en Unidad Popular, en materia de educación, proponen una formación en género al personal docente y yo digo: ¡Bien! Pero, ¿por qué sólo en género? ¿Por qué sólo en género si yo, personalmente, me he visto más victimizada en el aula por mi raza que por mi género, o, peor aún, por una intersección entre las dos?

De todas formas, si hay algo que se acerca un poco más, es la propuesta sobre la coeducación inclusiva e intercultural para eliminar desigualdades sociales en el aula. Es una buena iniciativa, aunque yo urgiría que se aplicase también sobre el personal docente de forma obligatoria. O que hubiese un organismo especializado en estos casos de discriminación al que el estudiantado pueda acceder con facilidad en lugar de tener que enfrentarse a una cola interminable de trámites burocráticos. No sé, no creo que esté proponiendo nada radical.

Aún con esto, confesaré que a mí siempre me ha gustado Alberto Garzón. De verdad. Desde que le escuché hablar por primera vez allá por 2011.

Siempre me ha resultado el político más coherente de todos y a pesar de eso, estoy muy decepcionada por la forma tan vaga en la que el programa de Unidad Popular hace mención a las cuestiones de raza. Ni una propuesta, ni una idea, ni nada, solo un simple:

“Queda mucho por avanzar en el reconocimiento real, legal y en la sociedad, de la diversidad racial. Esa batalla adquiere especial relevancia en épocas de crisis económica en la que debemos enfrentarnos con firmeza contra la xenofobia”. — Programa de Unidad Popular p. 91

Para después continuar hablando sobre la cuestión gitana, que me parece bien, no me malinterpretéis, pero cuando cada año se producen más de 200 agresiones físicas a negrxs por toda España, creo coherente poner algo de énfasis en el asunto.

Pero ahí nos quedamos.

Lo que veo es empatía. Mucha empatía en el programa de Unidad Popular. Empatía con las mujeres (blancas y nativas), con las personas con diversidad funcional y con los LGTB, pero no con los afrodescendientes.

Parece que es fácil imaginarse tener una diversidad funcional, ser mujer o gay o lesbiana o trans.

Intentar ponerse en el lugar de un/a afrodescendiente en España es más difícil, por eso tenemos lo que tenemos, aguantamos lo que aguantamos y hacemos lo que hacemos.

Antes de que me digáis nada, no he incluido al PSOE en este mini-análisis porque sus propuestas sobre el tema son prácticamente nulas y, al tratarse de un análisis de izquierdas tampoco he añadido a Ciudadanos o PP (que siguen la misma senda del PSOE o peor).

Y aquí me despido, con esta “reflexión”, que siempre me ronda la cabeza cada cuatro años.

afroespañolaAutora: Afro Española

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