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jueves, marzo 28

Afrodescendencia versus Hispanidad: la negación espiritual de una afropuertorriqueña

libro sagrado verdadero2

Tengo sentimientos encontrados relacionados a los temas de religión, espiritualidad, hispanidad y afrodescendencia.

Como atea militante que soy, en ocasiones me encuentro con mucha resistencia de parte de mis hermanos en la negritud y cófrades en la defensa de la afrodescendencia debido al tema religioso.  Y es que ante el deseo por rescatar la memoria, e intentando defender nuestras raíces, muchos se adhieren ciegamente a obsoletos arquetipos míticos con los que no concuerdo.

No creo en deidades. En ninguna. A lo largo de mi formación y crecimiento como humanista y librepensadora he encontrado excelentes respuestas a los paradigmas más complejos dentro de la reflexión, la ciencia y el pensamiento crítico. He conocido además a grandes mentores humanistas y ateístas que desde el juicio y la lógica explican cualquier misterio o situación inconexa de la siquis. En este punto, no me ha hecho falta introducir el elemento esotérico ni místico para obtener explicaciones que al final y a la postre se derogan por mágicas o fantasiosas.

Ante esto, he sido acusada por varios defensores de nuestra etnia ancestral de ser eurocentrista y de estar apegada a la hispanidad. En mis elucubraciones manifiesto sin embargo, que son ellos los apegados a una religión cristiana impuesta por el conquistador y dueño esclavista. Nuestros ancestros fueron bautizados para ser doblegados. A nuestros ancestros se les cambió hasta el nombre para desarraigar cualquier enlace que lo tuviera atado a la Madre Patria África. ¿Por qué entonces sigue habiendo tantos negros y negras católicos o protestantes? Nada más por dignidad, se debiera renunciar a ello.

Otros dioses tampoco satisfacen mi raciocinio. Ni deidades musulmanas, ni yorubas, ni el budismo, ni el hinduismo, ni el espiritismo, et al. Aunque las considero de un origen noble, estos dogmas no evitan la maldad que proviene de tanta malinterpretación y desinformación adjudicadas a la exegesis y disquisiciones que provocan sus libros sagrados. No puede servir de nada algo tan caótico y desesperanzador. No merece que le dediquemos interés, es una pérdida de tiempo y esfuerzo.

Siempre debo hacer la aclaración de que soy atea pero muy buena persona, puesto que en muchos de los círculos culturales y literarios en los que me muevo se venera casi a ciegas y por decreto a dioses y orishas. Mucha gente lo hace por retar la religión impuesta por la hispanidad colonizadora. Eso lo comprendo perfectamente. Otros practican rituales simplemente intentando abrazarse a las raíces de nuestra África lejana y querida. También lo logro comprender. Y aunque respeto mucho las creencias de otros, no puedo evitar pensar en todo lo que se pierde al defender ciegamente este falso acercamiento a la introspección que procede del miedo a lo que no se conoce. Pienso que la gente debería entender que se puede ser moral, generoso y noble sin ser religioso; sin tener que cargar con la culpa o el temor a un castigo inventado, o ante la espera de una recompensa invisible que solo existe en nuestra imaginación.

Para mí el desapego y la distancia real y total de la colonización y sus secuelas, tendría que venir con el desapego y la distancia total a la religiosidad. Solo así se puede ser verdaderamente libre.

yolanda el peruano

Autora: Yolanda Arroyo Pizarro

Escritora afroboricua

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