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jueves, marzo 28

Y los blancos, ¿qué?

Viola Luizzo
Viola Liuzzo

Nacer blanco en España es nacer con privilegio. Esto es una afirmación completamente objetiva a día de hoy.  De hecho nacer blanco en Occidente en general es un privilegio.

Al margen de este privilegio, gracias a que con el tiempo cada persona encuentra su camino, muchos deciden curiosear, investigar, probar e incluso adentrarse en el legado de la diáspora africana. Pero debido a la posición en la que el blanco ha nacido, de manera inconsciente y en repetidas ocasiones, esta curiosidad por África puede llegar a ser demasiado paternalista. Como si África fuera el niño bebé que está aprendiendo a caminar y para avanzar debe que colocar su pisadas sobre las huellas de Europa y América. Siempre he pensado que el hombre blanco era por tanto un afortunado, que no era responsabilidad suya difundir la cultura afrodescendiente, que como no les niegan un trabajo por su condición racial son felices. El hombre blanco (y la mujer entiéndase)  con conciencia no es feliz. No de una manera tan fácil. Es una carga histórica, una herencia muy perjudicial, un sentimiento de culpa por delitos que no ha cometido de manera directa.

Se da por supuesto que el hombre blanco tiene el camino más fácil pero está en un constante duelo con su moralidad. Si yo fuera blanca, el simple hecho de saber que una ciudadana negra es igual de válida que yo para un puesto de trabajo pero no la han cogido por su condición racial, me torturaría la mente. Probablemente trataría de vivir sin pensar en ello, lo cual me convertiría en una persona un tanto frívola. Cuando naces negro en España eres consciente de tu realidad desde muy pequeño. Quizá no la analices de la misma manera, puede que cada año entiendas tu diferencia racial de un mode. Pero sabes que a ti te llaman negro y a tu vecino no. Entonces cargas a la espalda tu mochila de negro, con sus pros y sus contras. Sin embargo, cuando naces blanco, no es tan fácil asumir el cargo que esto conlleva. No cargas la mochila a tan temprana edad, probablemente ni la cargas. Muy posiblemente la negritud es un tema tabú, que no interesa en absoluto o que no tocas hasta que no te haces un amigo negro.  Y esa mochila, cuando al fin se la ponen los que lo hacen, sí que pesa. De golpe. BREAKING NEWS: Eres blanco, naciste privilegiado. Y a raíz de ahí, ya uno puede decidir  qué hacer con ese privilegio que por cierto, no se va a ir.

La mochila del negro carga con aceptación, que en algunos casos es el galón que más pesa pero es de carácter individual. El galón de aceptación de la mochila del blanco seguro que pesa siempre: aceptación de uno mismo y luego, aceptación de tu entorno de blancos con los que siempre has obviado la negritud y ahora te creen hippie por querer ser justo.

Pongamos entonces que el blanco que ha nacido en unas condiciones de vida aceptables y se ha dado cuenta de su posición social bien entrados los veinte o los treinta años, decide ser activista del movimiento negro. Pánico. “¿Qué van a decir? ¿Qué van a pensar? Porque claro,  soy blanco” Honestamente, por mucho que hayas leído amigo blanco, no vas a sentir lo que yo siento, nunca. Porque no eres negro. No eres un negro en España. Y por mucho que te empatices y aun que tu oratoria sea colosal, sigues siendo blanco. Y ven, ven a África conmigo, de la mano, pero seguirás siendo blanco en mi tierra y a tu vuelta. Y eso es un “casi problema” Lo es porque deben sentir la impotencia de querer dar un 12 sobre diez y no pasar  del notable.

Pero que los blancos no pasen del notable no les hace inútiles. Déjenme que les hable de Viola Liuzzo. Viola era una madre enfermera felizmente casada que acudió al llamamiento de Luther King en Selma (Alamaba) para luchar por los derechos civiles aun siendo consciente del peligro que suponía implicarse de esta manera. Viola no volvió esa noche a casa, el Kukuxklán acabo con la vida de esta chica blanca.

Cabe señalar que son innumerables los negros que han muerto tanto a manos de blancos como protegiendo a estos. Además quiero dejar claro que considero que somos los negros quienes debemos tomar las riendas de nuestro carro ya que solo nosotros sabemos hacía que sendero nos conviene conducir. Mas el hombre blanco es necesario, es necesario porque ve el movimiento desde otra perspectiva. Y no sé si lo hará con más o menos objetividad, pero son otros ojos y eso siempre es positivo. Quiero a líderes negros, quiero ver a mis hermanos encabezando esta lucha -que es completamente diferente a la lucha americana que es a la vez diferente a la anglosajona porque vivimos realidades completamente distintas- Pero quiero ver también a otras razas implicándose. Porque en el momento en el que se implican otros ojos, queda confirmado que ni los negros somos unos locos victimistas ni los blancos simpatizantes unos hippies pasajeros.

Autora: Winie I11112213_10206219053689285_1579623798467277252_odjabe Makuale

Estudiante en la  Universidad Complutense de Madrid

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8 comentarios

  • Lu Mellé

    Madre mía, hace poco que he descubierto vuestra página y no me da la vida de lo que me gusta. En mi burbuja blanca se hacía obvio que los derechos y oportunidades estaban lejos de ser los mismos, pero jamás me había planteado que una persona negra pudiese sentirse inferior al tratar conmigo, por ejemplo.
    Por mi experiencia (corta), el darse cuenta de los privilegios y la frustración de querer luchar y no saber cómo es abrumador. No obstante, es una cuestión de justicia social, sin más. Es nuestra obligación pasar la prueba y si sólo podemos llegar al notable, pues al notable que llegamos, que también está muy bien.

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