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viernes, abril 19

¿Tradición o Modernidad?

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Mirando el vídeo “Me gritaron Negra” de Victoria Santa Cruz lo primero que sentí fue mucha emoción. Orgullo por todo lo que transmite. Es difícil  escuchar a esta mujer y no contagiarse con su energía.

Analizando cada minuto, el vestuario utilizado, cada detalle,  me preguntaba por qué no hacer algo parecido. ¿Por qué no crear una versión contemporánea de esta maravillosa performance?

Seguía imaginando y me preguntaba ¿qué vestuario usaría?¿Trajes típicos  o más bien un look más moderno?¿Qué formato me vendría mejor para transmitir exactamente lo que quería? Y es sobre lo que quisiera reflexionar hoy. Hablar sobre la importancia del folclor en nuestras vidas. Hasta qué punto es positivo y hasta qué punto nos enajena de la sociedad en la que vivimos.

Me gusta el folclor. Muchos sabéis que soy cubana y allí está muy socializado. Hubo un época en la que se consideraba cosas de negros (como si eso fuese malo), pero a día de hoy y realmente ya hace mucho, a los festivales de folclor que suelen hacerse en teatros importantes de la Habana, asiste cualquier persona que le interese el tema.

Me gusta mi folclor. Me gusta saber que mi bisabuela apenas sabía hablar en español, por su origen africano. Me gusta saber que mi abuelo, Juan Soler Pomares, era hijo de changó y que para él no existía otro santo .A día de hoy esa tradición es tan diferente… Me gusta saber también que mi abuela materna, María Martínez Carrillo,  no le gustaba mucho esa herencia yoruba y se agarraba a la virgen de la Caridad porque según ella esa era la verdadera religión y   también me agrada saber que por parte de padre, el Dios de mi abuelo querido, Gilberto Torres Montiel, era el Jazz y que allí nadie creía en nada o al menos eso creo yo.

Mi abuelo, Gilberto Torres, en el salón de su casa en la barriada habanera de Sta Amalia junto a la cantante afroamericana Carmen McRae.
Mi abuelo, Gilberto Torres, en el salón de su casa en la barriada habanera de Sta Amalia junto a la cantante afroamericana Carmen McRae.

Estoy hecha de todas esas cosas. Ya siento no conocer más de mis orígenes chinos o blancos. Desaparecieron muy pronto. Los negros se impusieron.

Amo todo esto. Sin embargo, cuando emigré, fui consciente de algunas cosas que hasta el momento no había caído en ellas. Fui consciente de lo que se esperaba de mi como mujer negra tanto cuando vivía  en la Habana y ahora viviendo en  España. Y por ello, cuando no las mostramos, parecemos raros o peor aún: nos dicen que no parecemos negros. Esa frase o rectifico… ese insulto,  lo escuchó muchas veces mi  madre en la facultad de Psicología, donde estudió.

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Mi madre, Cira Soler Martínez (1949-2005) junto a sus compañeras de trabajo en 1997

La idea de la negritud estereotipada siempre me ha molestado y mucho. Y es que hay una fina línea que separa la  cultura, la tradición, lo que somos de la caricatura. Y además me incomoda cómo esa farsa se extiende como la verdadera cultura.

Cuando llegué aquí y comencé a participar de la vida social con normalidad notaba por ejemplo que en la programación cultural de las ciudades, siempre había un espacio para lo folclórico. Y me gustaba. Me gustaba el colorido, la destreza de los bailarines, los trajes típicos, las danzas. A la gente en general le gusta esto. Lo gusta lo típico, lo exótico.

Lo que pasa es que estas actividades se suponen que están pensadas para que se produzca un acercamiento cultural. Sin embargo cuando el baja el telón, esas personas, artistas hace unos minutos, dejan de ser de interés para el resto. Cuando acaba la función todos ellos se convierten en inmigrantes que quitan el trabajo o mujeres negras a las que se les puede gritar “Furcia”. Sus vidas no interesan, su cultura, su verdadera cultura, tampoco.

Por ello, en mis sueños de crear,  cuando planeaba  la performance imaginé un grupo de mujeres negras, modernas, guapísimas, luciendo afro de todos tipos, con tacones,  zapatillas, vestidas como van siempre gritando a toda voz los versos de Victoria.  ¿Y por qué? Porque quisiera que cuando se les vea, se les disfrute tal cual son. Cuando esa performance invada las calles de Madrid, no habrá disfraz que las oculte, serán  las mismas mujeres que cogen el metro para ir a su  trabajo, estudian en la universidad, pasean con sus pekes, caminan  por las calles de la capital y además dicen: ¡Negra,  y que!

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Autora: Antoinette Torres Soler

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