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jueves, marzo 28

¿Qué está mal con nosotras?


Reflexión acerca que nuestra imagen, y de lo que es bello para nosotras las mujeres negras, a la vez del concepto de belleza que reflejamos.

Ocasionalmente con el día a día y la costumbre veo muy tonto el reflexionar acerca de la estética de nosotras las negras, pero al ir desglosando por pedacitos la cotidianidad, veo claramente el bombardeo de imágenes ajenas de belleza con la que regimos nuestras vidas, asumiéndolas tan nuestras y tan inmutables.

Desde la tierna infancia, donde todo se observa y se imita, pasando por la adolescencia y llegando a la adultez, fuimos, somos y seremos bombardeadas constantemente y en desventaja con imágenes donde no encajamos o lo hacemos a medias a punta de dinero y duro sacrificio.

Imágenes de mujeres negras que son «feas», mujeres negras trabajando duro para blanquear sus facciones y mujeres que nacieron negras pero que parecen blancas, son los modelos que ampliamente son mostrados en los medios, quedando pequeños espacios para las mujeres que son, se ven y sienten negras, reducidos a clichés de mujeres radicales, rebeldes, conflictivas o artistas.

Al reflexionar acerca de este hecho de la manera más coherente, observamos a mujeres negras que cambian su cabello, sus facciones, y hasta su color de piel, evidenciando un conflicto de algún tipo. Y más cuando este hecho es totalmente normal y asumido con tal naturalidad que llega a formar parte fundamental de la vida de una comunidad, como es el caso de la comunidad afrofemenina.

Quizá suene exagerado, pero detallen y vean que no estoy errada; calculen cuántas mujeres negras dentro de su círculo familiar, de amistad y laboral, llevan algún tipo de desriz, extensiones, esconden su cabello natural, se han operado la nariz, o de alguna manera por más sencilla que sea, han modificado su aspecto para verse «más blancas». En retrospectiva recuerden si cuando niñas pensaron que de adultas llevarían su cabello natural, y si existían modelos cercanos de mujeres negras con cabello afro, sin químicos y postizos.

Ahora veamos lo que muestran los medios, los de aquí y los de afuera; las publicidades, los reality shows, las novelas, las películas, en fin. Aquí en Venezuela, de un tiempito para acá vemos con más frecuencia imágenes de gente NORMAL en televisión, principalmente en canales del estado o comunitarios, vemos publicidades con mujeres y hombres afrodescendientes.

Pero no hace mucho, veíamos a una Gledys Ibarra y a un Franklin Virguez que parecían ser los únicos negros que sabían actuar, o a una Dayra Lambis que a pesar de ser la «Primera Miss Venezuela Negra» es tan lacia y perfilada como Irene Saenz.

Los cambios que vemos han sido impulsados por el hecho de vivir una revolución, que busca la reivindicación del pueblo, de los pobres, de los excluidos de siempre. Y a pesar de que no sean cambios suficientes, afuera de nuestras fronteras pareciera estar la cosa peor, basta ver un rato de televisión por cable, para no ver ni un negro, o verlo haciendo de payaso o delincuente.

Claro, los EE.UU. muestra en sus pantallas a un Presidente negro y a una Primera Dama del mismo color, a Opra Winfrey, a Beyoncé y a Tyra Banks, y así, contadas personalidades que se muestran en televisión por cable, que a pesar de haber nacido negros, se muestran tan blancos, alisados y perfilados como el más rubio. Evidentemente existen excepciones, pero no casualmente los modelos a seguir son los amoldados.

Así que llegamos a una realidad que nos obliga a no reconocernos, a avergonzarnos de nuestro aspecto, y a gastar no casualmente, mucho dinero y esfuerzo en vernos «mejor», más «delicadas», más BLANCAS. Pero basta con vernos bellas a través del velo impuesto, basta con darnos cuenta que como somos, somos hermosas, y que la belleza de la mujer negra reside en eso, en ser NEGRAS, con nuestra sonrisa, nuestro brillo, nuestras facciones, nuestro cabello, en fin.

Celebremos y enorgullezcámonos de nuestra herencia y de lo que representa nuestro aspecto, nuestro color, nuestra negritud.


Jessica Cueto


3 comentarios

  • We must see ourselves through our own eyes and not the eyes of the dominant culture. We must never compromise who we are in hopes of garnering acceptance. Reject every message that says we are less than. Our beauty stands out and why should we attempt to change it thinking we will fit in?

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