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jueves, marzo 28

Politizando la maternidad: Hacia el ejercicio pleno de las maternidades posibles



Para la construcción de un feminismo radical, que comprenda y se preocupe por la polifonía de realidades en el que tienen lugar las distintas formas de dominación/explotación que sufrimos las mujeres de todos los rincones del mundo, considero fundamental la politización de las maternidades y la apuesta por reconocer lo que podamos decir nosotras sobre la experiencia de la maternidad.

Hablar desde dentro, hacer palabras una experiencia tan hermosa y tan dura al mismo tiempo. Ser mujer/madre joven, divorciada, estudiante y medio loca, pensar y sentir en lo difícil y frustrante que puede resultar la experiencia, cuando se nos impone una maternidad y las normas y roles basados en el dogma de la buena madre.

Y si, creo que lo primero es hablar y escribir. En la academia siempre nos han enseñado, que lo primero es leer y leer para luego escribir en tercera persona. Escribir y hablar desde sí, desde los sentires y las experiencias, resulta inadecuado y transgresor. ¿Qué es ser madre? y ¿Cómo se es madre? son preguntas que me han cuestionado mucho en el caminar de mi maternidad, así como ser deliberadamente acusada de mala madre, lo que me permitió reflexionar sobre mi experiencia como madre.


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Definitivamente en el contexto de la despersonalización y la privatización de la creación y producción intelectual, es transgresor y necesario escribir sobre nosotros y nosotras, sobre los que nos preocupa, nos emociona, nos alegra, angustia, genera miedos. Permitirnos compartir ideas acerca de nuestras realidades  y esperanzas, así como “romper con la tiranía del silencio” como afirmaría Audre Lorde, es hoy, necesario para considerar los horizontes de presentes y futuros, la transformación de las realidades y la consecución de mundos más justos para todos y todas.

La vida y la muerte, parecen dos cosas opuestas, pero es posible morir en vida sin darse cuenta. Yo creo que se muere cuando se pierde el amor y el sentido del vivir, ¿Cuándo se pierde el sentido del vivir?, cuando se desdibuja el amor propio, cuando le entregamos nuestros sueños y esperanzas, a una empresa, a la familia, a la iglesia, al esposo, o a los lineamientos de un ejercicio de vida que deben conducir exclusivamente al ascenso social, a la vida impecable, a la carrera por la familia perfecta, lo que parecería ser la indiscutible vía hacia la felicidad.

No se cuantas mujeres/madres se identifiquen con lo que digo, yo me canse del peso, de aquella idea, que las madres y esposas no decepcionamos y nos pasamos la vida entera “entregando nuestro amor incondicional”. Y ahí necesite decepcionar, necesite gritarle al mundo que mi amor no era incondicional, que no podía más con la demanda sistemática de entrega y olvido de mi misma.  Necesite, recuperar mi rumbo, mis sueños, necesite conectarme con los más profundo de mis deseos, necesite si, ser la mala mujer, la puta, la innombrable.


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Y entonces, recupere el sentido de mi vida, lo que significo volver a vivir, recuperar el amor por quien soy, recuperar desde la profundidad de mi ser, mis sueños y anhelos, ir rompiendo el miedo a ser la mujer que quería y quiero ser, asumiendo los costos sociales y lo que en general implica hacerse cargo de la vida propia.

Pienso, que en nuestros mundos, tanto hombres como mujeres, sufrimos la tiranía del silencio. Sufrimos la imposibilidad de encontrarnos con nosotros mismo, son muy pocos los espacios en lo que son posibles estos encuentros, sin contar con el incontrolable miedo a la soledad, al solitario encuentro de los propios latidos y sensaciones. Sin embargo, para mi, esta tiranía del silencio, ha sido más visible en las mujeres con las que compartí desde muy niña, mis tías y mi madre, ellas y nosotras nos escondíamos y callábamos.

Politizar las maternidades, considero, implica en primer lugar, dejar de escondernos, hablar y escribir. Sentir que se puede ser el rostro del miedo de muchas mujeres/madres, ser una mujer negra, madre joven, divorciada, viajera y soñadora. Conversar sobre los miedos, las frustraciones, la vida cotidiana, lo que se espera de nosotras, es urgente para romper el silencio y construir el surgimiento de nosotras como sujetas políticas activas y luchadoras de nuestra emancipación.

Reconocer la fuente de nuestros miedos más profundos, el miedo a la censura, al señalamiento, a la dolorosa crítica; permitir la emergencia de la polifonía de nuestras voces y visibilizar nuestras realidades, las distintas formas de exclusiones que nos atraviesan, de clase, raza, sexualidad, etc. Luchar por nuestra existencia plena, en términos materiales, culturales, simbólicos y políticos.

Reconocer los miedos asociados a las maternidades, a nivel individual y colectivo, implica conversar ampliamente a cerca de las problemáticas actuales asociadas al ejercicio de la maternidad. En mi primera medida, desde mi experiencia, considero fundamental la cada vez más aguda privatización del cuidado de los hijos y la adjudicación de esta responsabilidad exclusivamente a las mujeres/madres y al ámbito privado de la familia nuclear. Por otro lado, “la liberalización de las mujeres” y su desigual inserción en el mercado laboral, en muchos casos como mano de obra terciarizada y con salarios miserables, ha implicado la imposición del entre juego de los mundos laborales y familiares, que implican distintas formas de dominación/explotación, y que generan en nosotras un sin fin de frustraciones, angustias y soledades, propias de las exigencias del mundo contemporáneo.

Los cuestionamientos relacionados con la responsabilidad del cuidados de los hijos, cuando las mujeres de hoy, le entregamos la vida al mundo laboral, en términos de intercambiar nuestra fuerza de trabajo por un salario miserable y además ser las encargadas del mantenimiento y reproducción de la fuerza de trabajo, para el sostenimiento del sistema capitalista y del Estado-nación.   También todas aquellas, que como “empleadas domesticas” nos dedicamos de manera extensiva al cuidado de gran parte de las unidades familiares y custodiamos y mantenemos la familia burguesa nuclear a cambio de salarios miserables.


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Anibal Quijano, propone a la familia burguesa/nuclear como una de las instituciones más importantes de la colonialidad del poder, como espacio para el control del sexo y la sexualidad, por otro lado Silvana Darré, aborda lo que denomina como las pedagogías maternales en el seno de la consolidación de la familia burguesa nuclear, que se configuran como modelos de regulación y control sobre los cuerpos de las mujeres, y producen “modos de ser y de hacer, procesos y productos que construyen nuestra subjetividad” (Darré 2013, p. 11)



Subjetividad a travesada por la construcción del género y por formas de ser, actuar y pensar, consideradas apropiadas, así como por la construcción racial, de clase y sexualidad, que de manera diferenciada  constituye maneras apropiadas de ejercer la maternidad, configurando como horizonte social y cultural, una maternidad enraizada en los principios de la familia blanca heterosexual burguesa y nuclear.

¿Qué es ser madre? ¿Cómo se es madre? Por ahí dicen que los hijos no nacen con manuales, pero socialmente hay unas directrices establecidas que en pocas ocasiones nos atrevemos a cuestionar. Politizar las maternidades implica cuestionar el establecimiento de formas establecidas de ejercer la maternidad, ligadas a los principios de la familia burguesa/nuclear, al control de nuestros cuerpos, al direccionamiento de nuestras vidas, a la perdida y desdibujamiento de nuestras voces.

Para cuestionar, necesitamos conversar todas nuestros miedos, reconocernos como humanas, no somos superhumanas, no somos inquebrantables. No nacimos para repartir amor y cuidado indefinidamente. Creo que necesitamos romper ese miedo a reconocer nuestras frustraciones, nuestros miedos; necesitamos conectarnos con esa voz profunda, que a veces grita pero que en ocasiones somos incapaces de oír, necesitamos reconocer esas voces colectivas, para gritar y actuar juntas. ¡Rompamos la tiranía del silencio!


Natalia Mosquera

Trabajadora social


1 comentario

  • Candy

    Como madre me ha encantado la reflexión q se hace aquí ya es la sensación más parecida q me he encontrado con mi realidad.Ya q estoy encantada con ser madre pero quiero ser otras muchas cosas mas q no están reñidas con la maternidad.muchas gracias me encanta vuestro espacio.

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